RSE: en resumen, poca relación con los proyectos socio-comunitarios

¿Su organización realiza proyectos de desarrollo socioeconómico, ambiental o de beneficencia que mejoran la vida de las comunidades? ¿Es por lo tanto una demostración de responsabilidad social? No esté tan seguro!

Está bien visto para las empresas de hoy en día el cuidar su imagen pública por medio de inversiones de desarrollo socioeconómico y de preservación del medio ambiente – difundiéndolas intensamente – ya sea para complementar sus esfuerzos de Marketing o para reconfortar a sus clientes. O incluso, a la imagen de las empresas con fuerte impacto en los medios humanos y naturales, para merecer la aceptación social y cumplir con los requisitos reglamentarios. ¿No será que semejantes inversiones son de carácter social simplemente en apariencia, persiguiendo finalmente objetivos de rentabilidad y cumplimiento? O, al contrario, estos proyectos de desarrollo ¿podrían reflejar una real voluntad de los dirigentes de ejecutar acciones que vayan más allá del interés corporativo y respondan a las necesidades de las colectividades de la zona de influencia social? ¿Cuándo podemos hablar de una verdadera responsabilidad social de la empresa?

Las definiciones de RSE abundan sin que ninguna de ellas haga la unanimidad. Estas definiciones varían según el punto de vista moral, legal, social, gerencial o del desarrollo sostenible. Sin pretender tener éxito donde los eruditos todavía fallan, recordemos una de las definiciones de la RSE que, según nuestra opinión, madura a lo largo del tiempo, gracias a su amplitud, legada en 2007 por la Harvard’s Kennedy School of Government:

«La Responsabilidad social de la empresa abarca no solamente lo que las empresas hacen con sus ganancias sino también la manera en que las generan. Más allá de la filantropía y del cumplimiento, la RSE trata sobre la forma cómo las empresas manejan sus impactos socioeconómicos y ambientales, así como sus interacciones en todas las esferas claves de influencia: el lugar de trabajo, el ámbito de negocios, la cadena de abastecimiento, las comunidades y el dominio público.»

Su corolario nos prepara para comprender bien lo que es una verdadera política RSE:

Ninguna reinversión de beneficios de una empresa a favor de las colectividades puede eclipsar la manera cómo estos beneficios han sido obtenidos inicialmente. Una empresa que mantiene malas prácticas sociales en el funcionamiento habitual de sus negocios demuestra irresponsabilidad social, importando poco sus actividades filantrópicas, sus proyectos de desarrollo sostenible o sus iniciativas de desarrollo socioeconómico.  

Este enunciado invita a examinar la responsabilidad social manifestada por la organización en previsión de las sumas reinvertidas en proyectos socioeconómicos, es decir, sobretodo (y anticipadamente) de sus interacciones en todas las esferas claves de influencia: lugar de trabajo, ámbito de negocios, cadena de abastecimiento, comunidades y dominio público – que hayan conducido a la generación de sus beneficios. ¿Qué comportamientos manifiestan la implantación de una política RSE verdadera? Sin pretender ser exhaustivos, he aquí algunas prácticas para ser aplicadas, particularmente en las empresas que tienen une fuerte huella socioambiental:

Buena gobernanza. La RSE implica transparencia y ética en los procesos de negocios. Una organización implicada en transacciones sin ética con ciertas partes interesadas, socava de inmediato la credibilidad de sus inversiones comunitarias. Invertir simultáneamente en la construcción (por medio de proyectos de desarrollo social) y la destrucción (a través de la corrupción por ejemplo) de un país o de una comunidad es insostenible desde el punto de vista social.

Contratación local. Busque un proceso claro de contratación, ampliamente difundido, comprendido y utilizado por los buscadores de empleo, y que favorezca la contratación local, apoyada por políticas internas de gestión de personal que sobrepasen inteligentemente las disposiciones de la legislación laboral vigente.

Abastecimiento local. Un proceso social equitativo favorece a los proveedores locales, facilita su participación en las licitaciones y anticipa medidas de desarrollo de empresas deseosas de avanzar hacia un mejor cumplimiento de las normas de calidad reconocidas.

Aprobaciones ambientales. Una buena RSE guía la empresa para convocar expertos fiables para efectuar sus evaluaciones de impacto pero tomando a su cargo la elaboración de planes de gestión y de mitigación de estos impactos, concluyendo previamente un convenio sobre los impactos y beneficios con las comunidades afectadas.

Consultas públicas. Busque las empresas que multipliquen, alarguen y estructuren los periodos de los encuentros para generar activamente la participación de las partes interesadas. Así encontrará igual cantidad de oportunidades para hacer surgir las preocupaciones y desafíos, aniquilar los conflictos de raíz y facilitar el camino hacia el desarrollo proyectado.

Efectos colaterales. En el caso de errores que afecten los medios humanos o naturales, una empresa responsable se compromete a una declaración inmediata, a la aplicación de medidas de urgencia destinadas a proteger las formas de vida presentes, a dar explicaciones claras sobre las razones de los incidentes, sobre las medidas correctivas y sobretodo, acerca de la manera cómo este tipo de incidentes serán evitados en el futuro.

Respeto del patrimonio. Identifique los proyectos de infraestructura cuyos planos de origen fueron modificados para considerar la presencia de lugares sensibles, de interés cultural, turístico o científico en el territorio deseado, y que apliquen procedimientos específicos para preservarlos e incluso participar en su valorización.

Diálogo constante. Una buena RSE hace llamado a espacios constantes de intercambio con las comunidades durante los cuales las partes interesadas pueden participar activamente en ciertas decisiones de la empresa.

Mecanismo de manejo de quejas y reclamos. Más allá de las llamadas gratuitas o de los buzones de sugerencias, busque un proceso claro y previsible, validado desde el inicio por las comunidades implicadas. Un trato justo y diligente de parte de los empleados, respetuosos de las personas involucradas, conscientes de que cada interacción constituye una oportunidad de mejora para la empresa.

Inversiones comunitarias pertinentes y bien concretizadas no pueden hacer otra cosa que destacar las actitudes y procesos típicos de una empresa comprometida, y no de ocultar o de hacer olvidar las deficiencias.

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